Ictus leve: ¿Cómo afecta en personas mayores?
Según el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2020-2021, en España la enfermedad de ictus afecta al 1,5% de la población. A partir de los 65 años afecta a seis de cada cien personas y, a partir de los 80 años, a diez de cada cien. Es una enfermedad que tiene un gran impacto en la funcionalidad y calidad de vida de quien la sufre. Se estima que dos de cada tres personas que sobreviven al ictus presentan algún tipo de secuela. Aunque los síntomas y consecuencias de un ictus leve suelen desaparecer a las pocas horas, son una alerta para salud que debemos tener en cuenta.
Frente a esta información, es necesario recordar que cerca del 80% de los ictus son evitables, y que con las medidas de prevención adecuadas se puede reducir altamente su incidencia y, por tanto, las secuelas de esta.
¿Qué es un ictus leve?
La palabra ictus viene del latin y significa “golpe”. Es un accidente cerebrovascular, producido por una interrupción en el suministro de sangre al cerebro. Es una enfermedad que tiene un gran impacto en la sociedad, debido a su alta incidencia. Constituye la primera causa de discapacidad en el adulto y es la segunda causa de demencia después del Alzheimer.
Anteriormente hemos hablado de los tipos de ictus y de los pasos que deben darse para su recuperación. Hoy queremos hablar del ictus leve o accidente isquémico transitorio (conocido también por sus siglas AIT). El ictus leve es un pequeño infarto cerebral de escasa intensidad y duración. Este se produce cuando el flujo de sangre y oxígeno de una parte del cerebro se detiene por un corto periodo de tiempo. Los síntomas de éste suelen durar entre una y dos horas.
Causas de un ictus leve
Las principales causas del ictus leve son el estrechamiento de un vaso sanguíneo, un coágulo de sangre impide el paso de ésta a una zona del cerebro, una enfermedad de la sangre, una inflamación o lesión dentro de los vasos sanguíneos o niveles altos de glucosa en sangre, que impiden la oxigenación del cerebro.
El endurecimiento de las arterias incrementa mucho el riesgo de sufrir ictus leves. También el aumento de colesterol y de otras grasas, ya que estas forman una masa en el revestimiento interno de la arteria que puede formar trombos, y estos obstruir alguno de los vasos sanguíneos del cerebro.
Existen factores de riesgo no modificables (como puede ser la edad o el historial familiar) y factores de riesgo modificables, como la hipertensión arterial, el peso, el sedentarismo, el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol.
Síntomas en personas mayores
Los síntomas del ictus leve son similares a los del ictus, lo único es que estos desaparecen pronto. La mayoría de los síntomas del AIT desaparecen a las dos horas, aunque algunos de ellos pueden llegar a aguantar las 24 horas. Algunos de estos síntomas son:
- Debilidad, paralización o entumecimiento de la cara, brazos o piernas, especialmente en un lado concreto del cuerpo.
- Dificultad para ver con uno o dos ojos.
- Mareo, vértigo o dificultad para caminar
- Confusión o dificultad para hablar (uno no suele darse cuenta, sino que son más bien los que nos conocen los que se dan cuenta de que algo está fallando en el habla)
- Pérdida de equilibrio o de coordinación
Realmente, no es posible distinguir los síntomas de un accidente isquémico transitorio de los síntomas de un ictus, por lo que es importante no esperar a que se pasen los síntomas, sino que se debe llamar a urgencias con celeridad. Reaccionar a tiempo frente a un ictus leve es esencial. Aquellos que lo han sufrido tienen muchas probabilidades de sufrirlo de nuevo en los próximos días.
Importancia de una dieta equilibrada
La recuperación del ictus leve suele llevar poco tiempo, ya que estos no suelen causar daños cerebrales duraderos. Supone, sin embargo, una alerta para la salud, ya que nos avisan de que podemos sufrir un accidente cerebrovascular en un futuro próximo. Una alimentación adecuada es esencial para el cuidado después de un ictus.
Las frutas y verduras contienen antioxidantes, que pueden ayudar a proteger los vasos sanguíneos. También contienen potasio, de gran ayuda para el control de la presión arterial. El consumo de alimentos con fibra ayuda a la reducción del colesterol. Los cereales integrales están asociados con la prevención de ictus. Finalmente, el pescado reduce también el riesgo de accidentes cerebrovasculares, debido a su alto contenido en ácidos grasos.
Después de un ictus leve debe evitarse el consumo de ciertos alimentos, como la sal (su consumo excesivo aumenta la presión arterial), el azúcar (ya que puede dañar los vasos sanguíneos), las grasas saturadas (relacionadas con el colesterol) y el alcohol (asociado con la repetición de ictus).
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