Cuidado de la piel en personas mayores durante el verano: mitos, realidades y consejos prácticos
La piel de las personas mayores es más susceptible a los daños causados por el sol y el calor, simplemente porque la piel envejecida es más delgada y menos capaz de retener la humedad. Por tanto, ya sabemos de antemano que el verano traerá consigo varios problemas comunes que afectan a la piel de las personas mayores. Las altas temperaturas, la mayor exposición al sol y la deshidratación son, en consecuencia, factores que, como veremos, pueden agravar las condiciones cutáneas existentes y causar nuevas afecciones. Hablar del cuidado de la piel en personas mayores durante esta época es de gran ayuda para su salud.
Tampoco la melanina, -el pigmento responsable del color de la tez-, ayuda como debiera en su papel protector contra los daños solares. Si bien tendría que actuar absorbiendo y dispersando los rayos ultravioleta (UV) y reduciendo el riesgo de quemaduras solares, con el envejecimiento la producción de melanina disminuye, dejando a los mayores aún más vulnerables a los efectos nocivos del sol.
Problemas comunes que afectan a la piel de las personas mayores en verano
Como hemos expuesto, el envejecimiento natural sumado a una exposición excesiva al sol producen numerosos cambios en la tez, pudiendo generar en las personas mayores algunas molestias o enfermedades, algunas de ellas graves.
Prurito o picor de piel
Un trastorno común es el prurito o picor de piel, producido habitualmente por la sequedad en la tez. La exposición prolongada al sol puede dañar la barrera protectora de la piel y desencadenar una respuesta inflamatoria del cuerpo. Además, en algunas personas la radiación ultravioleta del sol puede provocar una reacción alérgica, con una erupción rojiza y picazón.
Otra de las enfermedades en la dermis comunes de las personas mayores relacionadas con el sol es el herpes zóster. Como sabemos, el herpes simple es un virus que cuando entra el cuerpo se mantiene en estado de latencia. Sin embargo, puede reactivarse (habitualmente, ocurre en personas mayores de 60 años) aprovechando algún factor desencadenante. La exposición al sol es un factor asociado a la reactivación de esta enfermedad.
Quemaduras Solares y Daño por Rayos UV
Las quemaduras solares son uno de los efectos más conocidos de la exposición prolongada a los rayos ultravioleta (UV), y en las personas mayores, con una piel más frágil, se pueden producir en menor tiempo. Además, el daño acumulativo de los rayos UV puede acelerar el envejecimiento cutáneo, acentuando las arrugas y generando manchas solares. También pueden provocar enrojecimiento, dolor, hinchazón e incluso ampollas. En casos más graves, pueden derivar en fiebre, escalofríos o dolor de estómago.
Deshidratación y Sequedad Cutánea
Durante el verano, la piel tiende a perder humedad más rápidamente debido al calor y la sudoración, provocando un impacto visible en forma de sequedad, escamas e irritación. Las personas mayores, que ya tienen una piel más seca y menos aceites naturales, son especialmente vulnerables a este problema. Mantenerse bien hidratado bebiendo suficiente agua y utilizando cremas hidratantes ricas en emolientes puede ayudar a mantener la piel suave y flexible.
Infecciones Cutáneas
Las temperaturas cálidas y el sudor crean un ambiente perfecto para el crecimiento de bacterias y hongos, lo que aumenta el riesgo de infecciones cutáneas. Las personas mayores, especialmente aquellas con sistemas inmunológicos debilitados o condiciones crónicas como la diabetes, están en mayor riesgo de desarrollar infecciones como la dermatitis por hongos o infecciones bacterianas como el impétigo. Mantener la piel limpia y seca, usar ropa ligera y transpirable, y tratar rápidamente cualquier corte o herida pueden ayudar a prevenir estas infecciones.
Cáncer de piel
Finalmente, son numerosos los estudios que vinculan la exposición a las radiaciones solares con el cáncer de piel. Una exposición excesiva al sol puede dañar el material genético de las células de la piel, lo que puede llevar a un crecimiento descontrolado de las células provocando cáncer en la piel. Con frecuencia, además, se dice que la piel tiene memoria. Las posibles agresiones por parte de las radiaciones solares se van acumulando a lo largo de la vida, teniendo su manifestación en la edad adulta.
Mitos y realidades sobre el cuidado de la piel en mayores
Sobre el cuidado de la piel hay mucha desinformación, y en ocasiones puede llegar a ser difícil diferenciar lo que es mito y lo que es cierto en lo que respecta a ello. En muchos lugares se afirma que el envejecimiento de la piel es una cuestión genética, por lo que no puede hacerse nada para evitarse. Lo cierto es que, aun desempeñando la genética un papel importante, existen otros muchos factores que tienen un impacto en este proceso, como la referida exposición al sol, los malos hábitos o el estrés.
Otro mito común es el que afirma que solo los días soleados requieren protección solar. Sin embargo, la realidad es que aunque las nubes pueden bloquear parte del calor y la luz visible del sol, los rayos UV, responsables del daño a la piel, pueden penetrar las nubes y llegar a la superficie terrestre incluso en días nublados. De hecho, hasta el 80% de los rayos UV pueden atravesar las nubes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
También está extendida la opinión de que los protectores solares químicos son peligrosos para los mayores cuando, en realidad, tanto los protectores solares químicos como los filtros solares físicos son seguros y efectivos si se usan correctamente. Otro error es creer que la piel bronceada es una piel saludable, cuando, de hecho, el bronceado es una señal de daño en la piel y puede aumentar el riesgo de cáncer.
Finalmente, otro mito destaca que protegerse del sol puede provocar déficit de vitamina D y osteoporosis. Sin embargo, son muchos los estudios que señalan que una exposición de solo 15 minutos en la cara y en las manos es suficiente para producir toda la vitamina D necesaria.
Consejos prácticos para el cuidado de la piel de las personas mayores en verano
Además de hacer un uso racional de la exposición al sol, son muchas las medidas preventivas que pueden ayudar a que los adultos mayores tengan una protección adecuada de su piel, evitando así posibles complicaciones y enfermedades.
- Evita utilizar jabones fuertes. Además, haz uso de cremas hidratantes de forma habitual para tener un correcto mantenimiento de la piel.
- Bebe mucha agua (al menos, 2 litros al día). La piel de los mayores tiende a la sequedad, y las altas temperaturas suelen empeorar esta patología.
- Aplica protector solar de forma recurrente. El protector solar recomendado es el de factor 50. Aplíquese el protector solar de 15 a 30 minutos antes de salir. El protector solar se debe volver a aplicar al menos cada 2 horas.
- Evita salir a las horas de más calor y procura caminar por la sombra.
- Acude al dermatólogo para revisar la piel. Es aconsejable realizar estas revisiones una vez al año.
Alimentación y protección de la piel
La alimentación sana y equilibrada es uno de los factores más relacionados con el cuidado de la piel. Ésta no solo necesita protección externa contra el sol, sino también un rejuvenecimiento y cuidado interno. De entre todos los alimentos posibles, son muchos los estudios que coinciden en los beneficios de los alimentos de origen vegetal para la protección de la piel de los mayores en verano.
Las frutas y verduras coloridas (amarillas, naranjas, rojas y verdes) son generalmente ricas en vitaminas y minerales, que tras su ingesta se distribuyen en la piel y ayudan a protegerse de los efectos dañinos del sol: potencian la defensa antioxidante, reducen la inflamación, aseguran la integridad estructural y mejoran la hidratación.
La zanahoria y los tomates están situados como dos de los mejores alimentos para cuidar la piel de los mayores en verano. Son alimentos con un alto porcentaje de carotenoides, pigmentos con gran capacidad antioxidante y que absorben la radiación ultravioleta del sol. Los frutos rojos (arándanos, cerezas o frambuesas) son alimentos cargados de antioxidantes, de gran ayuda para inhibir el daño generado por la exposición continuada al sol. El alto contenido de Omega-3 (presente en frutos secos o pescado) ofrecen también un escudo protector en la piel, ayudando a evitar la inflamación. Finalmente, el aceite de oliva facilita la regeneración celular, ayudando a mantener la piel en buen estado.
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