¿Cómo tratar la neumonía en personas mayores?
La neumonía es un tipo de infección de pulmón, que puede afectar a uno o ambos órganos respiratorios. Esta infección del pulmón puede ser causada por múltiples microorganismos (bacterias, virus y hongos). Su intensidad y gravedad dependen mucho de la persona y su situación, pero las personas mayores, que tienen un sistema inmune más debilitado, tienden a experimentar un rango más severo de la enfermedad. Que el sistema inmune se debilite con el paso de los años no significa que no pueda hacerse nada para prevenir y tratar la enfermedad. En este artículo queremos recoger la información necesaria para tratar adecuadamente la neumonía en personas mayores.
Guía completa sobre la neumonía en personas mayores
La neumonía es una infección que inflama los sacos aéreos de uno o ambos pulmones. Estos sacos aéreos se pueden llenar de líquido o pus, provocando así tos, fiebre, escalofríos y dificultad respiratoria. Puede ser consecuencia de muchas causas, pero habitualmente son bacterias la causa principal de neumonía en personas mayores. La bacteria más común es Streptococcus pneumoniae, conocida comúnmente como neumococo. También hay virus (como la influenza o el resfriado común) que pueden causar la neumonía.
Ofrecemos una guía para identificar los síntomas de neumonía en personas mayores, ofrecer consejos sobre cómo cuidar a una persona mayor con neumonía, hablar de la recuperación, prevención y tratamiento.
Identificando los síntomas de neumonía
Los síntomas de las neumonías en personas mayores son muy diferentes en cada caso, y no guardan relación con el germen que ha causado la enfermedad. La neumonía típica ofrece síntomas de tos con flema o pus, dolor torácico y posibilidad de fiebre con escalofríos. Suele durar entre 1 y tres días.
Las neumonías denominadas atípicas producen síntomas más graduales con algo de fiebre, malestar general, dolores musculares y articulares, cansancio y dolor de cabeza. En algunos pacientes pueden observarse también síntomas digestivos, como náuseas, vómitos o diarreas.
En el caso de una neumonía grave, o en caso de que se tenga una enfermedad pulmonar o cardíaca previa, puede incluir también dificultad respiratoria.
En algún caso, los síntomas de neumonía en personas mayores pueden no manifestarse a través de los efectos mencionados anteriormente. En estos casos, infecciones como la neumonía se han asociado con la aparición de demencia. Se producen síntomas como pérdida de memoria, delirios, problemas de comunicación o concentración, confusión o dificultades para el razonamiento. Como se puede observar, esto hace especialmente la detección de la enfermedad en aquellos pacientes que padezcan algún tipo de demencia, como Alzheimer.
Cuidados en el hogar para adultos mayores con neumonía
En primer lugar, es muy importante estar al día con las vacunas pertinentes. Ya que muchas neumonías comienzan tras un proceso viral o gripal, la vacunación anual antigripal es recomendable en todas aquellas personas con mayor riesgo (mayores de 65 años o pacientes de riesgo). Asimismo la vacunación con vacuna antineumocócica evita la aparición de neumonías con bacteriemia causadas por neumococo.
Otro aspecto fundamental para el cuidado de personas mayores con neumonía es la higiene, principalmente bucal y de las manos. Es un factor esencial para evitar la neumonía. Cualquier infección bacteriana puede debilitar el sistema inmune, favoreciendo la aparición de la enfermedad. También es importante cuidar la higiene de los espacios comunes. Los lugares húmedos favorecen la aparición de hongos y bacterias, pudiéndose introducir en el sistema respiratorio. La higiene y desinfección del hogar juegan un papel importante en el cuidado de los mayores.
También influye notablemente el estilo de vida. Si este es activo y saludable se está fortaleciendo el sistema inmune, encargado de llevar a cabo la lucha contra los patógenos que generan las infecciones y causan la enfermedad. Directamente relacionado con esto está la alimentación adecuada. Como vimos en el artículo de mantener una alimentación saludable durante el invierno, las bajas temperaturas disminuyen la capacidad del sistema inmunológico para combatir las infecciones. Precisamente por este motivo lo que comemos durante esta época puede servir como protección para las enfermedades contagiosas como el resfriado, la gripe o la influenza, posibles causantes de la neumonía.
Enfrentando la neumonía en personas mayores: tratamiento
El tratamiento de las neumonías producidas por infección bacteriana se lleva a cabo a base de fármacos antibióticos. La recomendación de un fármaco u otro dependen del germen que se sospecha que ha causado la enfermedad, la gravedad de los síntomas y el historial médico del paciente. Sea lo que sea, ante los primeros síntomas de la enfermedad se debe acudir al médico, para que pueda llevar a cabo el tratamiento adecuado para la persona.
Además de los fármacos, en algunas ocasiones se necesitan otras de medidas, como el soporte con oxígeno o la sueroterapia (en caso de hidratación). Normalmente, el tratamiento de neumonía en personas mayores se realiza con ingreso hospitalario, ya que suelen experimentar más complicaciones y así se permite hacer un seguimiento más cercano del paciente.
Recuperación de la neumonía: pasos clave para una mejora efectiva
Normalmente, la recuperación de neumonía en ancianos suele durar entre 10 días y un mes. La tos suele ir remitiendo lentamente, desapareciendo habitualmente en una o dos semanas. Poco a poco se van recuperando los niveles de energía, aunque la mayoría de las personas continúan sintiéndose cansadas durante alrededor de un mes.
Es importante cumplir con el plan de medicamentos recetado con el médico (aunque los síntomas comiencen a remitir), ya que si éste se interrumpe antes de tiempo la infección puede reaparecer, alargando así la neumonía. Para la recuperación de la neumonía se recomienda una nutrición equilibrada, que ayude al cuerpo a mantenerse un estado óptimo de salud, cuidar las horas de sueño, ya que esto refuerza el sistema inmunitario, y llevar a cabo una actividad física ligera (sin forzar y la que permitan las propias fuerzas), ya que esto puede ayudar a recuperar la fuerza y mejorar en la recuperación.
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