Venciendo la incertidumbre de incorporar un cuidador en nuestras vidas
El 5 de noviembre se conmemora el Día Internacional del Cuidador, una efeméride promovida por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) desde el año 2014 y que tiene como fin reconocer y hacer más visible el esfuerzo de aquellos que dedican su vida a la asistencia de otras personas.
A través de este artículo queremos expresar nuestro aprecio y apoyo a la labor de todas las personas cuidadoras, dando a conocer su inestimable labor en los hogares de las personas mayores y dependientes.
Limitaciones en la autonomía
El proceso del envejecimiento es una travesía ineludible que lleva por un camino de cambios profundos, tanto físicos como emocionales. A medida que se avanza en edad, nos enfrentamos a una realidad que puede resultar desafiante de asumir. La autonomía, ese precioso don dado por sentado en la juventud, se va viendo limitado con el paso de los años. Esta pérdida de la independencia supone en quien la sufre un golpe en la autoestima, pudiendo desencadenar en sentimientos de frustración y tristeza.
El acto de reconocer que se necesita ayuda puede ser un paso complicado, ya que a menudo va acompañado de una sensación de vulnerabilidad. Sin embargo, es importante reconocer que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de sabiduría y valentía. Cuando llega el momento en que la autonomía se ve limitada, aceptar la asistencia de un cuidador o un ser querido puede marcar la diferencia entre una vida plena y una de aislamiento y dificultades. Es una elección que puede enriquecer nuestros días y permitirnos disfrutar de cada momento.
Es en este contexto donde emerge la figura de la persona cuidadora. El término cuidador está íntimamente ligado al concepto de dependencia. El Consejo de Europa define la dependencia como “el estado en el cual se encuentran las personas que, por razones ligadas a la falta o pérdida de autonomía física, psíquica o intelectual, necesitan de una asistencia y/o ayuda importante –de otra persona- para realizar las actividades de la vida diaria”. Es, en el desarrollo de esta dependencia, donde surge la figura del cuidador. Una persona cuidadora es aquella que brinda el apoyo requerido para el cuidado de otra persona que se encuentra en la situación descrita de dependencia.
La ayuda de un cuidador no solo implica recibir apoyo en las actividades diarias, sino también encontrar compañía y comprensión. Un cuidador puede ser un confidente, un amigo y un apoyo vital en el proceso del envejecimiento. Se trata, por tanto, de abrazar una nueva fase de la vida con la ayuda necesaria para disfrutarla plenamente.
El cuidador sabe que su labor no se limita al desarrollo de una serie de actividades físicas, sino que es un acompañante en una etapa fundamental de la persona. Debe saber ir de la mano de quien cuida. Ser consciente de que cada individuo tiene una historia, experiencias y necesidades únicas. La empatía y la sensibilidad son herramientas igualmente importantes que la destreza en las labores de cuidado.
La invalorable ayuda del cuidador
Durante las últimas décadas la población mayor española ha aumentado considerablemente. En 1970, el número de personas mayores de 65 años era de 3,3 millones de personas, un 9,7% de la población total. En 2005 eran más de 6,6 millones, lo que suponía el 16,6% de la población total. La estimación de crecimiento para el año 2050 alcanzará el 35% de la población.
Este crecimiento de la población de más de 65 años hace que aumente el número de personas mayores que necesitan ayuda para realizar alguna actividad básica. En España, según datos de 2014, el 16,6% de los mayores de 65 años tienen dificultad para asearse, el 13,6% tiene dificultad para vestirse y el 13,3% para sentarse o levantarse.
La necesidad de solicitar ayuda de un cuidador para una persona mayor depende de su situación individual y sus necesidades específicas. No hay una regla fija que determine cuándo una persona mayor debe solicitar ayuda de un cuidador, ya que esto varía según factores como la salud, la movilidad, la autonomía y el apoyo social. Sin embargo, aquí hay algunas señales y situaciones comunes en las que podría ser apropiado considerar la ayuda de un cuidador:
- Dificultades con las actividades de la vida diaria: Si una persona mayor tiene dificultades para realizar actividades básicas como bañarse, vestirse, alimentarse o usar el baño, puede ser un signo de que necesita ayuda.
- Problemas de movilidad: Si la movilidad de la persona se ve limitada debido a problemas de salud, como caídas frecuentes o dificultades para caminar, un cuidador puede ser necesario para proporcionar asistencia.
- Enfermedades crónicas: Las personas mayores que padecen enfermedades crónicas, como demencia, Alzheimer, diabetes u otras condiciones médicas graves, a menudo necesitan ayuda para el manejo de la medicación y el seguimiento de su estado de salud.
- Aislamiento social: Si una persona mayor está experimentando aislamiento social, soledad o falta de apoyo emocional, un cuidador puede proporcionar compañía y apoyo emocional.
- Necesidad de supervisión constante: Si la persona mayor corre riesgo de sufrir accidentes o situaciones peligrosas debido a problemas de salud, como confusión o tendencia a caerse, es importante contar con un cuidador para supervisar y garantizar su seguridad.
- Apoyo en el transporte: Si la persona mayor no puede conducir y necesita asistencia para desplazarse a citas médicas, hacer compras o actividades sociales, un cuidador puede proporcionar transporte.
La importancia de cuidar al cuidador
En España, el 80% de los cuidadores no son profesionales. Un peso que recae principalmente en las mujeres, siendo el 88,3% de los cuidadores no profesionales en España. La realidad del cuidador se presenta en muchas ocasiones de forma repentina y, de alguna manera, inesperada. Cuidar al cuidador es una tarea de vital importancia. Reconocer su ayuda, evitar que su vida personal se deteriore lo menos posible, solicitar ayuda e información, etc. son decisiones claves para evitar el síndrome del cuidador, conocido como burn-out.
Los cuidadores a menudo enfrentan una carga emocional y física intensa, junto con altos niveles de estrés debido a las demandas del cuidado continuo. Esto puede dar lugar a síntomas de burnout, como agotamiento, falta de energía, apatía, irritabilidad y una disminución en la calidad del cuidado brindado. Más del 70% de las personas cuidadoras tienen alguna afectación en su estado de ánimo, como el estrés, la apatía, la irritabilidad, la falta de sueño o dolores varios.
Algunos síntomas de este síndrome pueden ser el hecho de perder las ganas de quedar con amigos o familiares, un deterioro en la salud tanto física como psicológica, la falta de compromiso, el no disponer de tiempo libre, sensación constante de agotamiento, irritabilidad, agresividad, etc.
Para abordar el síndrome de burn-out en cuidadores de personas dependientes, es esencial priorizar el autocuidado. Esto implica cuidar la salud física y mental, estableciendo límites y buscando apoyo emocional a través de grupos de apoyo o terapia. Delegar tareas y buscar la ayuda de otros familiares o cuidadores profesionales puede aliviar la carga. Además, planificar y organizar el cuidado, garantizar tiempo libre para actividades personales y cuidar la salud a través de chequeos médicos son estrategias clave. La educación y la formación sobre la enfermedad o condición del ser querido son fundamentales, al igual que el acceso a recursos y apoyo profesional. El bienestar del cuidador no solo es crucial para su propia salud, sino que también mejora la calidad del cuidado brindado a la persona dependiente.
Libros y películas sobre personas cuidadoras
A veces, puede ser útil aproximarse a un tema de vital importancia, como puede ser el tratado en este artículo, a través de otros canales, como puede ser el cine o la literatura. Para acabar este artículo, presentamos algunos títulos de películas o libros que tratan estas cuestiones, y que deseamos sirvan para haceros pasar un agradable rato:
- «Intocable» (2011) narra la historia de amistad entre Philippe, un aristócrata tetrapléjico, y Driss, un joven cuidador de bajos recursos. Juntos, desafían las expectativas sociales y experimentan un crecimiento personal significativo a medida que enfrentan desafíos y encuentran alegría en la vida.
- «El Padre» (2020), una dura película centrada en la lucha del protagonista por comprender su entorno cambiante debido a la demencia, lo que brinda una visión poderosa de los desafíos que enfrentan tanto las personas con demencia como sus cuidadores.
- “Cuidadores” (2010), un documental que muestra las vivencias de cuidadores de familias con enfermedades degenerativas.
- “Siempre Alice” (2014), una profesora universitaria descubre que padece Alzheimer. La película cuenta cómo afronta la enfermedad, narrando el papel esencial de su familia.
- «Cien años de soledad« de Gabriel García Márquez: Esta novela icónica incluye escenas de cuidado de personas mayores, especialmente la relación entre el personaje José Arcadio Buendía y su madre Úrsula, quien envejece y requiere cuidados especiales.
- «Martes con mi viejo profesor» de Mitch Albom: Este libro es una memoria que narra las lecciones de vida aprendidas por el autor a través de las conversaciones con su antiguo profesor de sociología, Morrie Schwartz, mientras Morrie lucha contra una enfermedad terminal.
- «Los años» de Annie Ernaux: Esta obra autobiográfica narra la vida de la autora a medida que envejece, lo que proporciona una perspectiva conmovedora sobre el proceso de envejecimiento y el cuidado de las personas mayores.
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